lunes, 19 de abril de 2010

Verdad o consecuencia

No levantes tus murallas, no soy un invasor ni tu enemigo. Tal vez mi diplomacia falló, y lo único que quería era curar las heridas del pasado. Porque mi intención era protegerla de la tempestad para después disfrutar juntos del Sol. Ahora me quedo acá, esperando en la ribera por alguien que no va a venir.

Soy preso del minutero que no para. En el banquillo de los acusados, me pongo impaciente, pensando que cometí una falta irreparable. La intangibilidad e irrealidad de mis pensamientos no me dejan en paz. No sé perder, nunca aprendí. La confusión reina mis días y ya no sé si voy o si vengo.

Me parece innecesaria la justificación de mi accionar y la redundancia de mis palabras me obligan a quedarme callado. Estoy como el espectador que no sabe quién es el malo de la película.

Siento la necesidad de huir, a pesar de no ser un forajido. Porque el verdadero crimen hubiera sido no hablar y si ahora me toca pagar la pena capital, que así sea. Estoy listo, es hora de dejarse llevar.

2 comentarios:

  1. "El verdadero crimen hubiera sido no hablar y si me toca pagar la pena capital, que así sea...". Tal cual. Que así sea. Y a manejarse forajido x).

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