Soy preso del minutero que no para. En el banquillo de los acusados, me pongo impaciente, pensando que cometí una falta irreparable. La intangibilidad e irrealidad de mis pensamientos no me dejan en paz. No sé perder, nunca aprendí. La confusión reina mis días y ya no sé si voy o si vengo.
Me parece innecesaria la justificación de mi accionar y la redundancia de mis palabras me obligan a quedarme callado. Estoy como el espectador que no sabe quién es el malo de la película.
Siento la necesidad de huir, a pesar de no ser un forajido. Porque el verdadero crimen hubiera sido no hablar y si ahora me toca pagar la pena capital, que así sea. Estoy listo, es hora de dejarse llevar.
"El verdadero crimen hubiera sido no hablar y si me toca pagar la pena capital, que así sea...". Tal cual. Que así sea. Y a manejarse forajido x).
ResponderEliminarExcelente
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