martes, 27 de abril de 2010

¿El final? ¿El comienzo? No...la renovación


La tierra tiembla, los volcanes hacen erupción y los géiseres emanan su vapor. Todo esto ocurre dentro de mi, aunque ésta catástrofe no es sinónimo de perdición, sino que es la premonición y la sensación del cambio de paradigma. No engullas la vida, saboréala.

Las musas me hablan suavemente al oído, estoy aprendiendo a escucharlas. No soy más que un catalizador. Ellas dictan, yo escribo. En parte, escribo porque sé que hay muchos que les gusta leer mis cosas y, por otro lado, porque ésta es mi carta de presentación al mundo diciendo: “hola, acá estoy, estos son mis verdaderos colores”.

El cambio es intenso, bien marcado y a ritmo variable. Desde un nivel molecular hasta un nivel humano, estoy hablando, en esencia, de un cambio radical. Soy diferente que ayer y distinto que mañana.

Está bueno recorrer diagonales que no llevan a ningún lado, porque lo que importa es el camino y no solamente el destino. Yo voy y toco timbre. Si no está, ¿qué importa? Siempre tuve, y siempre tendré, las manos muy chicas y el corazón muy grande.

Corro cuando es temprano y camino cuando es tarde. Soy ese loco que ves cantando por la calle y que le vale madre si desafina.

Parado frente al acantilado ya no tengo vértigo. Ese pincha-globos está muerto y enterrado. ¿Pueden sentirlo? Es el viento del este. Abro mis alas y me preparo para volar. Suban a bordo, están todos invitados.

1 comentario:

  1. No, chau. Que zarpado.
    Entre la imágen y el texto me acordé de mi 1er año acá que me hice el pegaso (esa necesidad de tener unas alas, sin tenerlas). Porque sentís que queres volar, y como vos decís, "lo que importa es el camino" más allá del destino planeado.
    No, excelente, te zarpaste.

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