sábado, 28 de agosto de 2010

Catártico final



Noche mítica, noche única; cuando el hombre se convierte en leyenda y se cuenta en susurros por temor a romperla. Tan frágil cómo quien manipula una copa del más fino cristal. Sensible como una flor recién nacida, pero todas las rosas tienen espinas. Mecanismos de defensa que se disparan para desviar, para esquivar.


Una tras otra caen las piezas, en efecto dominó. Una tras otra se vacían las botellas, se ventilan los secretos, se dice lo que no se piensa y se piensa lo que no se dice. Algo se detona y causa estragos. Palabras que se las llevan la brisa matutina y el Sol del nuevo día. En la calle me envuelvo y desaparezco, soy uno y soy todos, soy este y aquel.


Desastroso final, embarazoso comienzo. Se desata la tempestad y arremete sin piedad. Mueren neuronas y nacen cicatrices. Marcado por la vida, por el tiempo y la cultura se vuelve a empezar.


Se quiere desenchufar del sistema, cambiar la programación. Pero no es un autómata, ni un replicante. Es lo que es, es lo que hay.


Colores brillosos, colores opacos que se vuelven lúgubres y se persevera con voluntad nefasta. En la boca del huracán se abre de brazos y se deja arrastrar, hasta que se arrepiente y ya es tarde, no hay vuelta atrás.


Vuelta de tuerca de más o de menos, tornillos flojos. Obra de arte destartalada, tambaleante. Mirame y no me toqués, aplausos de fondo, sonrisas falsas y miradas aguadas. Se corre la acuarela, se desliza sobre el lienzo… ¿Cuánto más?

viernes, 27 de agosto de 2010

La puerta


Dio vueltas por toda la habitación, no se detenía. Estaba desquiciado, se lo llevaban los vientos. Si alguien pudiera haber visto su rostro no le hubiera sido posible determinar si estaba enojado, aburrido, cansado o enamorado. Entre nosotros les digo que ni siquiera yo soy capaz de dilucidar semejante cosa. Los minutos corrían y el hombre no paraba de caminar.


Después de quince o veinte minutos de dar vueltas sin sentido se sentó en una silla que estaba a su alcance. Algo no estaba del todo bien, como cuando estás en una situación y decís ‘acá falta algo’. Metió la mano en el bolsillo de su saco y sacó una tarjeta la cual decía en letras grabadas ‘Realidades S.A.”, acto seguido sacó su celular y marcó unos cuantos números. Luego de un par de tonos redundantes de llamada alguien atendió del otro lado:


-Buenas noches, llamo para darme baja del sistema- Dijo mientras se pasaba la mano por la cabeza acomodándose el cabello y, al parecer, la persona al otro lado del teléfono le hizo una pregunta porque el hombre contestó – Me siento atado, no lo puedo comprender, necesito pensar, necesito estar afuera –


El tiempo seguía transcurriendo, el señor hacía gestos y se mordía los labios. Claramente estaban teniendo en cuenta su petición. Hasta que finalmente dijo – Muchas gracias – y cortó la comunicación. Segundos más tarde, puso cara de alivio, como si estuviera completamente sedado; los ojos se le pusieron blancos y cayó desplomado al suelo.

martes, 24 de agosto de 2010

Las Moiras



A la hora de dormir, la desazón de no saber de dónde se viene y hacia dónde se va te impide dormir. Entre nudos de sábanas y vueltas, tratás de comprender lo que nadie te puede explicar. Cada tanto, entre alguna incoherencia, sentís al misterio develarse pero no es más que un falso final y eventualmente el sueño gana la batalla.


Delirios de grandeza y promesas del tipo ‘el lunes empiezo’ te marcan un ritmo difícil de seguir. Se hace duro subir cuesta arriba, pero siempre hay gente alrededor poniéndote el hombro, ayudándote a no bajar los brazos. Y porqué no, a veces es tu hombro el que proporciona apoyo a otro. Somos parte de una maquinaria que nadie debería entender como funciona. Somos imperfectos y falibles, es lo que nos hace hermosos. Con nuestras virtudes y defectos, pintamos todos los días un pedacito de nuestra obra maestra y vamos recibiendo lo que en algún momento Láquesis decidió para cada uno de nosotros, hasta que Cloto y Átropos dejen de estar de acuerdo.

sábado, 14 de agosto de 2010

Campana roja


Otra vez la brújula maligna y dañada con la que salí de fábrica apuntó para donde no correspondía. El mapa marcado con una ‘X’, pero no había ningún tesoro, no había nada. Metros de tierra cavados y al final sólo estaba mi propia tumba.


Pensás que vas por el camino adecuado, que avanzás, pero estás en el mismo lugar. Nunca te moviste un centímetro. ‘Cosas que pasan’ te dice la gente, ‘Cosas que me pasan a mi’ les contesto mientras apuro un tequila y me aturdo para no pensar. Cantinero, sírvame otro que todavía me escucho razonar, poniéndome excusas.


Salgo a la calle, miro los nombres de las cuadras y no tengo la menor idea de dónde estoy. Pregunto por acá y por allá, eventualmente encuentro el sendero a casa. All llegar voy dejando a mi paso un problema por acá, una desaventura en el sillón y la resaca que se avecina en la almohada, no hay nada que hacer ¡Dame tu mejor golpe!


Al otro día me levanto con el Sol pasándome cuentas por la noche anterior. Me rehúso a salir de la cama ¿Cuánto estoy dispuesto a ceder? ¿Estoy realmente listo para la próxima ronda?


¿Qué hice mal? Es la pregunta del millón. Una mano en el hombro y alguien que te dice ‘No pasa nada, ya vendrán tiempos mejores’. Lo miro y quiero insultarlo en veintidós idiomas, pero tiene razón. Sigo esperando, con la paciencia de un titán.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Efímero


Se paró detrás del atril, miró al público y aclaró su garganta.

-Yo tengo un sueño - vociferó - Una visión y muchas ideas, que serán capaces de cambiar todo -

-Yo tengo un arma - murmuró alguien a sus espaldas.

Se escucharon dos disparos y el visionario cayó muerto. Los sonidos de los flahes inundaron el recinto. Un sueño se apagó, una visión desapareció.