A la hora de dormir, la desazón de no saber de dónde se viene y hacia dónde se va te impide dormir. Entre nudos de sábanas y vueltas, tratás de comprender lo que nadie te puede explicar. Cada tanto, entre alguna incoherencia, sentís al misterio develarse pero no es más que un falso final y eventualmente el sueño gana la batalla.
Delirios de grandeza y promesas del tipo ‘el lunes empiezo’ te marcan un ritmo difícil de seguir. Se hace duro subir cuesta arriba, pero siempre hay gente alrededor poniéndote el hombro, ayudándote a no bajar los brazos. Y porqué no, a veces es tu hombro el que proporciona apoyo a otro. Somos parte de una maquinaria que nadie debería entender como funciona. Somos imperfectos y falibles, es lo que nos hace hermosos. Con nuestras virtudes y defectos, pintamos todos los días un pedacito de nuestra obra maestra y vamos recibiendo lo que en algún momento Láquesis decidió para cada uno de nosotros, hasta que Cloto y Átropos dejen de estar de acuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario