sábado, 14 de agosto de 2010

Campana roja


Otra vez la brújula maligna y dañada con la que salí de fábrica apuntó para donde no correspondía. El mapa marcado con una ‘X’, pero no había ningún tesoro, no había nada. Metros de tierra cavados y al final sólo estaba mi propia tumba.


Pensás que vas por el camino adecuado, que avanzás, pero estás en el mismo lugar. Nunca te moviste un centímetro. ‘Cosas que pasan’ te dice la gente, ‘Cosas que me pasan a mi’ les contesto mientras apuro un tequila y me aturdo para no pensar. Cantinero, sírvame otro que todavía me escucho razonar, poniéndome excusas.


Salgo a la calle, miro los nombres de las cuadras y no tengo la menor idea de dónde estoy. Pregunto por acá y por allá, eventualmente encuentro el sendero a casa. All llegar voy dejando a mi paso un problema por acá, una desaventura en el sillón y la resaca que se avecina en la almohada, no hay nada que hacer ¡Dame tu mejor golpe!


Al otro día me levanto con el Sol pasándome cuentas por la noche anterior. Me rehúso a salir de la cama ¿Cuánto estoy dispuesto a ceder? ¿Estoy realmente listo para la próxima ronda?


¿Qué hice mal? Es la pregunta del millón. Una mano en el hombro y alguien que te dice ‘No pasa nada, ya vendrán tiempos mejores’. Lo miro y quiero insultarlo en veintidós idiomas, pero tiene razón. Sigo esperando, con la paciencia de un titán.

2 comentarios:

  1. Más de una frase en este texto, la escuché durante la semana en pláticas con mate...una observación, nada más

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  2. Muy linda, me gusta lo que escribis pero rara vez se que decir. Es algo que pasa en la vida de cualquier persona, no admite muchas conjeturas.

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