Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y domingo. Domingo, el séptimo día, día que Dios usó para descansar. Complicado, te agarra esa sensación de vacío que no sabés bien de donde nace, pero la cuestión es que está ahí. A veces arrancás el día cruzado, ni bien te despegás de la almohada y otros atravesás el domingo como si fuera un martes, sin darte cuenta.
Pero bueno, supongamos que te levantaste, pie izquierdo sobre el suelo. Ya está, empezamos para atrás. Entonces pensás ‘¿Pasó algo ayer? ¿Pasó algo en la semana y me está cayendo la ficha tarde?’ Así es como se inicia la problemática dominguera, no tenés ganas de hacer nada, no tenés ganas de sentir nada. Rebobinás los últimos seis días en cuestión de segundos y encontrás el problema ¿Realmente? o ¿Es solamente un comodín para sobre-volar la situación? Da miedo seguir ahondando, quién sabe con lo que te podés encontrar, quizás con eso que en su momento dijiste ‘Bah, no pasa nada ¡A mi qué me importa!’ Te importó, te tocó. Te llegó diferido y con retardo, pero no zafaste. A todo esto seguís sentado en el borde de la cama, con un pie en el piso (el izquierdo), el otro colgando y la mirada perdida.
Ya te despegaste de la cama, almorzaste y se te pasaron cuatro horas y media sin saber como. Se hace la tarde/noche y sentís de nuevo esa incomodidad, como cuando estás en una habitación muy grande que no tiene muebles. Eso que para poder explicarlo tiene que ser domingo. Agitás la mano cerca de la cabeza como si tuvieras el mosquito más molesto zumbándote cerca y decís ‘Basta, dejame en paz’ Sin embargo no se va, se queda.
Pasaron un par de horas más, ya está bien entrada la noche. Desde la silla mirás la cama, tus ojos se detienen en la almohada ‘Me la vas a jugar, ¿no? Ni bien me apoye en vos vas a arremeter sin piedad ¡Vamos! Te conozco.’ Igual eso no te frena, te acostás. Cerrás los ojos…aguantás la respiración porque sabés lo que se viene y, para tu sorpresa, te encontrás con algo distinto. Te encontrás con una idea, un plan, una nueva meta.
Por todo esto y por algunas otras cosas que quedaron sin expresar. Quiero que dejemos de lado a estos domingos que le guardan luto al resto de la semana. Estos domingos que están con la bandera a media asta ¿Por qué? Porque las cosas se disfrutan más cuando no se vive lamentando el pasado. Pero, por sobre todas las cosas, porque el tiempo es lo único que no nos sobra, el resto va y viene. Quiero recalcar justamente ésta palabra, tiempo. Así que si hoy no le pudiste ganar al primer día de la semana, no te preocupés, en siete días hay revancha.