miércoles, 9 de junio de 2010

Música para mis oídos


En todo el espectro formado por los instrumentos musicales, no existe alguno capaz de superar la soberbia y hermosura del violín.


Detrás del cristal te vi, detrás del cristal me quedé. Desplegando tu arte con cada nota acribillaste mi corazón. Eras una sirena y suavemente caí en tu hechizo. Mi barco naufragó en el océano que ofrecían tus ojos.


Pero no te preocupes, mi pequeña violinista, nuestra historia jamás será contada, porque jamás sucedió y siempre me voy a preguntar si fuiste una maldición o una bendición. Tu recuerdo es nuestro, de mi sombra y mío.

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